Comienza el verano, hace buen tiempo y los días son más largos, todo invita a volar. Hay concentraciones, viajes, barbacoas, vueltas, etc. Cualquier excusa es buena para organizar un evento al que se pueda asistir volando. Es agradable, un vuelo, amigos, comida, charlas de hangar. Sin duda alguna este es uno de los grandes atractivos de la aviación ligera. Sin embargo, hay un señor que siempre trabaja, 24 horas al día 365 días al año y hace su trabajo de forma muy eficiente. Es el maldito señor Murphy, ese que va diciendo por ahí que si algo puede fallar fallará y además lo hará en el peor momento posible y que se empeña en demostrar que lo que dice es cierto. Nadie lo ha visto pero todo el mundo ha oído hablar de el. La única forma que tenemos de defendernos es esquivarlo y evitar dejar cualquier resquicio por el que se pueda colar y convertir un buen día en un mal día. Y eso lo tenemos que hacer siempre, tanto en el aire como en tierra.
Los aviones están hechos para volar, sufren más daños en tierra que en el aire. ¿Quién no ha golpeado la punta del ala con las puertas del hangar o con otro avión dentro del mismo? Una de los posibles desastres cuando el avión está fuera del hangar es que una ráfaga de aire o el chorro de una hélice lo mueva y lo haga chocar contra otro avión, árbol, valla, etc. En el peor de los escenarios es posible que el viento levante el avión del suelo y lo voltee. Eso si que entra dentro de la categoría de cosas que hacen que el día sea de repente malo, muy malo. No estoy exagerando, en el pasado tuvimos que reparar un avión que fue levantado por un torbellino, volteado en el aire y que cayó encima de otro avión que estaba aparcado justo al lado. Y todo eso en el breve periodo de tiempo en que el piloto bajó del avión y se alejó unos diez metros. Los daños en ambos aviones fueron bastante considerables. Claro que este es un caso extremo pero como he dicho antes, Murphy aprovecha cualquier resquicio. Una búsqueda en Google nos hará ver que esto sucede más a menudo de lo que pensamos. El siguiente video da fe de ello.
Así que para evitar este tipo de situaciones desagradables , es una buena práctica atar el avión al suelo cada vez que va a estar fuera del hangar desatendido durante mucho tiempo. Por ejemplo hemos acudido a una barbacoa aérea y es hora de sentarse a la mesa, estamos haciendo un viaje y vamos a dejar el avión en el campo fuera del hangar para ir a dormir a un hotel o a comprar gasolina, en fin, ese tipo de situaciones. Atar el avión al suelo no nos llevará mucho tiempo y nos puede ahorrar muchos problemas. Además casi todos los aviones tienen algún tipo de anilla o soporte para poder atarlos al suelo, los fabricantes suelen hacer bien su trabajo.
En los aeródromos más grandes hay puntos fuertes en el suelo preparados para atar aviones pero no es lo normal en el mundo de los ultraligeros así que cada piloto debe ser un poco autosuficiente. Debemos llevar a bordo del avión un juego de piquetas y cuerdas, además de un martillo para poder clavar las piquetas en el suelo. En los próximos gráficos podemos ver un ejemplo muy eficaz y bastante ligero y compacto.
Podemos usar una buena cuerda de Nylon o Dacron trenzado que se encuentra en tiendas especializadas como Decathlon, etc. Si además la cuerda resiste a los rayos ultravioleta mejor que mejor. Un estándar comúnmente aceptado es que la cuerda sea capaz de resistir unos 1400 Kg. La tensión de la cuerda no debe ser excesiva, ha de haber una cierta holgura sino podemos someter al avión a cargas negativas considerables. Tensaremos la cuerda sin estirarla, luego la destensaremos unos pocos centímetros y haremos el nudo. Respecto al nudo a utilizar, un buen ejemplo es el que se muestra a continuación. Es muy fácil de hacer y de deshacer, no se desliza y se autotensa cuando la cuerda es sometida a esfuerzo. Para atar el avión al suelo usaremos exclusivamente los puntos que el fabricante ha previsto para ello.
Como norma general ataremos el avión con el morro orientado al viento aunque en el caso de los patines de cola hay quien prefiere atarlos justamente al revés, es decir, con la cola orientada al viento. Los mandos de vuelo se deben bloquear en posición neutra, por ejemplo con el cinturón de seguridad. En los aviones con patín de cola se bloqueará el mando con el timón de profundidad hacia arriba si está con el morro al viento y con el timón de profundidad hacia abajo si está con la cola al viento. También cerraremos las puertas y taparemos la toma pitot. Si el avión tiene freno de parking lo accionaremos y calzaremos las ruedas por delante y por detrás. Para ello podemos usar calzos pero si no disponemos de ellos, podemos usar alguna piedra de suficiente tamaño.
Otra cosa a tener en cuenta es colocar las piquetas en el suelo de forma que la cuerda no quede vertical sino con un cierto ángulo. En las alas las piquetas se han de colocar por delante y hacia el exterior del punto de anclaje. Por ejemplo, un metro hacia el exterior y unos dos metros por delante. En la cola, por detrás de la misma y en la prolongación del eje longitudinal del avión. De esta manera es más difícil que las piquetas se salgan del suelo. La separación recomendada con otros aviones adyacentes es de unos 3 o 4 metros.
Como he dicho antes, atar el avión no nos llevará mucho tiempo y nos puede evitar algún disgusto. Además dice mucho de nuestra actitud como aviadores. Por último, sólo añadir que si nuestro avión está correctamente atado y el de al lado no, seguimos corriendo riesgo. Ayudemos a concienciar al resto de aviadores.
Buenos y seguros vuelos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario