La mayoría de nosotros volamos aviones ultraligeros y lo hacemos en condiciones visuales, primero porque carecemos del equipamiento y la formación necesaria para volar en instrumental y segundo porque así lo exige la ley. Como buenos pilotos VFR debemos tener absolutamente interiorizado el mantra “ver y ser visto”. Eso significa que no solo debemos mirar el panel de instrumentos dentro de la cabina sino que también hemos de mirar fuera para mantener la actitud del avión y controlar otros tráficos en vuelo. Siempre que miramos fuera lo hacemos a través del parabrisas, por tanto cuanto más limpio esté más fácil nos resultará controlar el entorno. Un parabrisas rallado cuando el Sol incide en el ángulo adecuado dificulta mucho la visibilidad especialmente con el Sol de cara, por ejemplo, volando hacia el Oeste al anochecer o hacia el Este al amanecer. En este artículo veremos como cuidar y mantener adecuadamente la cristalera de nuestros aviones (cúpula, parabrisas, puertas y techo solar). Utilizo la palabra cristalera de forma general aunque no se usa cristal sino plástico como veremos a continuación.
Todos estos elementos se fabrican básicamente en dos tipos de materiales, por un lado plástico acrílico (Plexiglas) y por otro policarbonato (Lexan). Ambos son plásticos transparentes y ambos tienen ventajas e inconvenientes.
Plexiglas
Es un tipo de plástico con muy buenas cualidades ópticas, es relativamente duro y no es tan fácil de rallar como el Lexan. Es más resistente a la gasolina que el Lexan . Por contra es mucho más difícil trabajar con el y es más frágil ante esfuerzos mecánicos. Uno de los trabajos que más tensión me ha causado fue la sustitución hace años de la cúpula de un motovelero TST-3 Alpin que se había partido cuando se cerró de golpe con una ráfaga de viento. Y es que es muy fácil que aparezcan grietas mientras se taladra, se corta o se manipula Plexiglas. Normalmente el plexiglas se usa en cúpulas termoformadas que se pegan o se atornillan sobre una estructura de soporte.
Lexan
También tiene buenas cualidades ópticas y es mucho más fácil de mecanizar que el Plexiglas. Es muy fácil de taladrar, cortar o plegar en frío. En la vida real normal es prácticamente indestructible. Las principales desventajas son que es más fácil de rallar que el plexiglas, que tras una exposición prolongada al Sol las radiaciones UV acaban por deteriorarlo haciendo que pierda transparencia y, sobre todo, que se lleva mal con la gasolina. Si tenemos la desgracia de que caiga gasolina sobre Lexan pueden pasar dos cosas:
-El Lexan se agrieta en las zonas donde hay tensiones acumuladas. En zonas con curvas suelen aparecer grietas rectas y donde hay remaches o tornillos de sujeción aparecen grietas radiales en cuyo centro está el remache o tornillo.
-La gasolina no causa grietas pero genera una nube opaca en la zona de contacto que imposibilita la visión. Esta nube es imposible de limpiar porque no está en la superficie del material sino en el interior. La gasolina penetra a través de los microporos en la superficie del Lexan y lo disuelve por dentro.
Cuidados de las cristaleras
Como siempre, más vale prevenir que curar, lo mejor es impedir que las cristaleras se dañen. Sabemos que la mayoría de desgracias ocurren en tierra. Cuando guardemos el avión usaremos fundas para tapar las cristaleras impidiendo que el polvo se deposite sobre ellas. Hay fabricantes que ofrecen fundas confeccionadas específicamente para un modelo de avión. Yo personalmente utilizo sábanas usadas 100%
algodón con excelente resultado.
algodón con excelente resultado.
Hemos de ser cuidadosos durante el repostaje del avión si la entrada del depósito está cerca de zonas de lexan protegiéndolas con trapos o plástico.
También hay que tener cuidado cuando se haga mantenimiento. Si hay que hacer operaciones de limpieza del motor (petroleado in situ) hay que tener la precaución de tapar todas las cristaleras. El petroleado genera una nube que puede dañarlas.
En el caso de que vayamos a hacer algún trabajo de pintura con pistola (o alguien de hangares vecinos lo vaya a hacer) también hemos de proteger el avión, el viento puede mover el polvo de pintura en suspensión (incluso de un hangar a otro) y acabar depositándolo sobre las cristaleras y dañándolas. Hay que decir que debido al rozamiento con el aire los plásticos con que se fabrican las cristaleras acaban acumulando electricidad estática que atraen el polvo en suspensión. Sé que esto es poco probable pero conozco dos casos en que ha sucedido.
Si la cristalera está muy deteriorada y rallada, hay productos específicos que permiten pulirla, no quedará como nueva pero el coste es muy inferior al de sustituirla.
Nunca limpiaremos las cristaleras en seco, esta es la mejor forma de rallarlas. Si queremos limpiar el polvo (cosa que no es necesaria si mantenemos siempre la cristalera tapada en el hangar) lo haremos con aire comprimido. Además de la gasolina evitaremos también otros disolventes como acetona, aguarrás , o disolvente de pinturas.
En el caso de que nos aparezcan grietas de pequeña longitud haremos un agujero en los extremos de unos 3mm de diámetro. El agujero ayuda a repartir la tensión en una superficie mayor lo que detiene la grieta e impide que se haga más larga. Hay que extremar las precauciones si se trabaja con Plexiglas, si presionamos en exceso al hacer el agujero podemos provocar un desastre mucho mayor que la grieta, además hay que tener en cuenta que la broca que usaremos para taladrar plexiglas debe tener una punta especial para el material, no vale una broca normal. Si el taladro fuera sobre Lexan, no tendríamos estos problemas.
Limpieza de las cristaleras
De vez en cuando conviene limpiar la cristalera del avión, aunque la protejamos en tierra es inevitable que algunos insectos impacten en vuelo. Como hemos visto antes nunca la limpiaremos en seco. Algunos fabricantes ofrecen productos diseñados específicamente para el cuidado y limpieza del Lexan o el Plexiglas. Si no tenemos estos productos a mano, podemos utilizar agua con un poco de jabón líquido suave, incluso lavavajillas disuelto, digamos un chorreón ligero por litro. Conozco gente que usa un simple limpiacristales pulverizándolo sobre la superficie con buen resultado.
Lo primero que haremos es humedecer toda la cristalera y esperar unos minutos para que se reblandezca. Para ello podemos usar una esponja empapada. A continuación frotaremos sin ejercer mucha presión con un trapo limpio. Frotaremos haciendo movimientos rectos preferiblemente verticales, no en círculos y a continuación repetiremos con otro trapo seco para quitar los restos de humedad. No vale cualquier trapo, debemos usar un trapo de microfibras de una cierta calidad o un trapo de algodón 100%. Un trapo cualquiera o incluso papel, pueden rallar el material, especialmente el Lexan. Repetiremos el proceso hasta lograr el resultado deseado.
Aquí lo más importante no es la sofisticación del producto de limpieza que usamos, lo importante es el cuidado con el que tratamos la cristalera a lo largo del tiempo, la forma de limpiarla y el tiempo que le dediquemos. Parafraseando la película : “Dar cera, pulir cera”, no hay más. Unas horas de vez en cuando para cuidar el avión dan un resultado brillante (literalmente) que no pasará desapercibido.
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